miércoles, 18 de marzo de 2009

Cuaderno de Bitácora. Día 34 de 41. Feliz día de San Patricio.

Nueva mañana soleada en San Miguel, pero algunas nubes acechan por el horizonte. Después del desayuno de los campeones bajamos a las terrazas no sin notar en las escaleras que tengo las piernas un poco más cansadas de lo normal. No sólo acusan el trabajo del entrenamiento con Ed, sino que también me recuerdan que quizá no fue una buena idea empezar ayer la semana subiendo corriendo las escaleras dos veces… pero ya no tiene solución.
Llegamos a las terrazas para seguir con la forma durante toda la mañana, con muchas mejoras en la técnica y descubriendo más secretos escondidos en los movimientos. Poco a poco la mañana fue pasando y las energías descendiendo. Hoy teníamos pensado ir al mercadillo de los martes pero al final pensamos que era mejor quedarse en casa y tratar de descansar, porque íbamos un poco por detrás en lo programado y la tarde iba a ser dura. Así que subida de las escaleras, con mucha calma, comida y siesta de los campeones, con pijama y orinal.

Volvemos a bajar con renovadas energías (sobre el papel, porque en la realidad no teníamos muchas) y a lo largo de la tarde fuimos recuperando el tiempo a la vez que unos nubarrones negros se iban colocando sobre nosotros. Creo que eran nubes por los recuerdos que tengo de haberlos visto en España, porque aquí sólo vemos cielo azul. Declan, irlandés de sangre, vino a la tarde vestido de duende, todo de verde, con el bigote de su frondosa y habitual barba afeitado y regalando monedas de chocolate para celebrar el día de San Patricio. Según la clase se iba acercando al final, los truenos resonaban en la distancia y en el último minuto empezó a chispear. El plan para la tarde de hoy era una clase de cocina mexicana a cargo de Betty, la mujer de Erik en la que yo estuve de traductor. Sopa azteca de primero y de segundo pollo relleno de queso y jamón en salsa de chile poblano o en salsa de flor de calabaza con flan de postre. No tengo palabras para describir las virtudes de Betty en la cocina y lo exquisito que estaba todo. Me llevo las recetas para intentarlo en casa a mi vuelta, esperando estar a la altura.

Vuelta a casa ya tarde y con la tripa llena, trabajar en el blog y repasar un poco las formas antes de ir a la cama, que aunque estemos cansados, al final no podemos dejar de ser unos enfermos obsesionados con el taichí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si es que eso de las escaleras es muy duro. Tomálo con mas calma que la forma de 88 tampoco es moco de pavo. Y además, recuerda, que como Ed y tú haceís trampa, teneís doble trabajo al aprender los dos lados.

A mi la receta de pollo con salsa de flor de calabaza me interesa. Espero que me la pases.

Feliz entrenamiento

Anónimo dijo...

¿Pero todavía hay más secretos?
Lo dicho por Maribel ¡Un sin vivir!
Esas subidas y bajadas de escaleras me dan sudores, solo de pensarlo... en cuanto a comer, lo que se dice comer, no parece que paséis necesidades, cuando regreses a ver si puedes pasarnos alguna de esas recetas.

Santiajo dijo...

un duendecillo???

ERA UN LEPRECHAUN!!!!

Pobre Ed, atacado por un duendecillo Irlandes :-S

El cuento, Marta, IMPRESIONANTE!!!

Anónimo dijo...

¡¡Hoola!!

¡Jo, Javier, madre mia, qué pasada, a estas alturas tus piernas tienen que ser ya dos columnas de Hércules! Ya nos podemos preparar para cuando vuelvas. Por cierto, el San Patricio de la foto creía que era al principio Simon disfrazado de San Patricio -¿no se parece un poquito?-. Y hablando de San Patricio.....¡¡lo que os perdísteis ayer en el Morris, menudo ambientazo!! Santi, me alegro mucho de que te gustase el cuento. Es una historia real. Ayer había happy hour en el Morris.....¡te podrás imaginar cómo nos acordamos de tí!. A mí me pusieron un sombrero verde de esos...¡Yo si que parecía un duende,je,je,je! El sombrero era más grande que yo.

¡Jopetas, yo también quiero la receta del pollo,eso tiene que estar de escándalo!

Besotes pa-tos