jueves, 22 de enero de 2009

Cuaderno de Bitácora. Día 7 de 41. Sé que mi cuerpo es mío porque lo siento.

Hoy he amanecido con unas ligeras agujetas, seguramente debidas al trabajo de la lanza de ayer. El objetivo de algunos de los ejercicios que hicimos eran para desarrollar fuerza interna y fa jing, pero obviamente, hechos por un principiante, implican más músculos de los que debieran y eso pasa factura. Después de un gran desayuno energético que me permita sobrevivir a la mañana, bajamos al parque con todos nuestros bártulos y empezamos la clase con un pequeño trabajo de luxaciones con el objetivo como ayer de calentar y estirar a nivel de articulaciones, dando elasticidad a nuestros ligamentos. Una vez terminado cogemos nuestras lanzas y empieza el trabajo. Un poco de repaso de lo de ayer y nuevas técnicas individuales. Cuando parece que van saliendo las cosas Sam nos pone por parejas para hacer un ejercicio y a los 2 minutos… No, no, no, no,… vamos a volver para atrás un poco que veo que todavía no salen algunas cosas. Más trabajo individual para coger puntería en el estoque y volvemos a las parejas, pero para hacer otro ejercicio intermedio. Parece que todavía no estamos preparados para empezar con técnicas más avanzadas. La mañana discurre lenta, la lanza pesada y los ánimos con altibajos. Algo parece que va saliendo antes de cerrar la sesión con una vuelta a la calma con el qigong, profundizando algo más en los patrones de respiración. Al terminar no puedo levantar los brazos por encima de los hombros y todavía queda subir las escaleras…

Al llegar a casa María nos tiene preparada la comida. Entre las viandas se encuentra una especie de guacamole que atacamos con ferocidad, tratando de ponernos más que el otro en el plato para no quedarnos sin, ya que la pinta es formidable. Al tomar la primera pinchada se nos viene el mundo encima. La receta parece llevar la misma cantidad de chile habanero que de aguacate. Por lo menos hace que nos suba la energía, aunque sólo sea para resoplar. Creo que debemos pedir perdón a María porque esto sólo puede ser la venganza de algo que hayamos hecho, aunque no caigo que puede ser.

Después de reposar la comida volvemos a bajar, esta vez sin armas ya que la tarde será para empuje de manos… justo lo que necesitan mis brazos. Después de estar jugando un poco recordando los cambios con Ed para calentar mientras que todo el mundo llega, la clase empieza con el tercer método de los 8 ejercicios preparatorios de tuishou. Aunque en una primera vista parece que es algo asequible e incluso parecido a alguna otra cosa que hemos hecho en otras ocasiones, a cada nueva revisión del ejercicio se van añadiendo nuevos detalles hasta que mi cabeza parece decir basta. El nivel al que nos movemos es tan profundo que ni los alumnos más experimentados parece que puedan dominarlo, pero Sam sigue trantado de darnos nuevas instrucciones que nos ayuden a centrarnos. En un principio creo que es el cansancio el que me está impidiendo enterarme, pero al final Sam confiesa que muy pocos de sus alumnos han llegado a hacer bien este ejercicio, pero que espera que nosotros lo acabemos consiguiendo. En este momento y en este estado, los ánimos caen en saco roto. La tarde se hace larga y afortunadamente antes de terminar empiezo a sentir que las cosas van saliendo… más o menos. Habrá que esperar a que repose para evaluar los resultados porque ahora no es el mejor momento.
Al terminar la clase me voy con Simon a buscar un lugar donde comprar tubería. El sabe tocar el digeridoo y me va a enseñar, pero no tenemos suerte. Subimos la cuesta y las escaleras y derrotado devoro la cena. Un poco de trabajo en el ordenador, charla y fuegos artificiales, que hoy es Fiesta en San Miguel.

7 comentarios:

Santiajo dijo...

¿¿¿¿tuberia, digeridoo????

¿¿¿Que es eso???

Mucho animo mozo, eres psicilogo deportivo y sabes que las situaciones de desánimo aparecen a todos, es más, me atrevería a decir que seguro son buenas. Además, si aprendes ahora todos los secretos.... ¡¡¡Cuando vayamos juntos a un curso de estos te me aburrirás!!!

Ale, a seguir dándole

Anónimo dijo...

Animo Javier, desde Valencia, te decimos que eres una vela en el horizonte del oceano, en la que todos nos quisieramos subir.

Aprovecha bien estos dias, con fuerza, sacalas de donde puedas, seguro que tienes de sobra, en cuanto pasen unos dias te acostrumbaras al ejercicio, y entonces daras un salto aun mas expectacular de lo que estas contando.

Un brazo desde el mediterraneo

Paco Serrano

Anónimo dijo...

leo con mucho gusto tus reportajes! seguramente vas a sacar las cosas!

un abrazo,

Stephan

Anónimo dijo...

Para estos cursos de Sam hay que prepararse no sólo físicamente, sino mentalmente. suerte que tú eres el que sabe de estas cosas y tienes herramientas para superarlo, porque yo ya habría tirado la toalla viendo los conocimientos infinitos que intenta transmitir Sam y que no hay manera de cogerlos. y eso que es sólo el segundo bloque!!!!

tan sólo necesitas un poco de ánimo!

Anónimo dijo...

Venga chaval que solo tienes que echarte una buena siesta para descansar y decirle a tu cerebro que él no manda. Recuerda que el que manda eres tú. ¡Tu puedes!

Y eso de la tubería ¿qué es?, ¿una nueva arma?. Estoy intrigada.

irene dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
irene dijo...

¡Pues la verdad es que no sé cómo no se nos había ocurrido antes!

Claro que el didgeridoo es un instrumento muy místico, a parte de su tradición ancestral, la técnica de la respiración circular está en la línea de los ejercicios de concentración y relajación que practicas.

Seguro que se te da muy bien... (con un poco de práctica, por supuesto), aunque sea con una tubería de PVC y no con una rama de eucalypto perforada por el trabajo laborioso de las termitas...