martes, 13 de enero de 2009

Cuaderno de Bitácora. Día 1 del intensivo de Yang Tradicional


Aunque ayer tuvimos una reunión de grupo en al que hablamos sobre cómo se desarrollarían las clases y pude conocer a los compañeros que no conocía todavía, el curso ha empezado oficialmente hoy y para eso, dado que estamos en tierra de santeros, la experiencia ha sido inaugurada pidiendo la bendición a los dioses para que todo vaya rodado. Ha sido una experiencia cuando menos, curiosa aunque me gustaría saber que me dirían los profesores de los colegios religiosos en los que me eduqué (algunos, podríamos decir que talibanes del cristianismo) al verme haciendo ritos paganos usando la cruz con un simbolismo completamente diferente, pero que se le va a hacer, les conquistamos, les convertimos pero se ve muy claro que en la tierra todavía queda poso de lo que había.

Los horarios que seguiremos (9:00 – 12:00 y 15:00 a 17:00… siempre terminando más tarde, que ya nos conocemos) aunque en un principio parecen escasos, la acumulación de trabajo a lo largo de los 40 días de curso sugiere que se haga de esta manera. Además el curso sigue fuera de horas de clase con los entrenamientos que tenemos pensado seguir. Así que supongo que terminaremos hastiados de taichí, pero para eso hemos venido. Después de la bendición he aprovechado para coger (bueno, aquí debería decir agarrar) mis armas (sable, espada y lanza) y probarlas un poquito con Ed mientras que la gente charlaba y se centraba. A continuación hemos pasado la mañana que para empezar bien se ha alargado casi una hora viendo la apertura de la forma de 108 ¡¡¡tres horas en un solo movimiento!!! ¡¡¡Y es un movimiento preparatorio!!! Es inconcebible la cantidad de materia que hay ahí dentro y se aprecia sobre todo con todas las referencias a materiales que ya van sonando conocidos sobre las familias de movimientos que vimos recientemente.

La tarde (que también se pasó casi una hora de más de lo programado…) la íbamos a dedicar a 4 manos, pero por supuesto no llegamos a hacer un círculo completo, ni siquiera un cuarto de círculo. Sam aproximó el aprendizaje desde la recepción del empuje (peng) en el lado cerrado, es decir, esa parte de las 4 manos de donde queremos salir cuanto antes porque vemos que nos espachurran, y como hacer que esa técnica sea, no sólo un punto débil, sino una de las partes más golosas desde donde sacar aplicaciones. He estado a punto de suicidarme dos o tres veces y he visto la luz otras tantas. Viendo lo que he visto no sé si voy a tener suficiente espacio en el cerebro como para incorporar tanta y tan profunda información.

Después del entrenamiento, charleta, cervezas y vuelta para la casa donde la chica que nos atiende (como a reyes, he de decirlo) nos había preparado un arroz con mole exquisito. Más charleta y a trabajar, revisar notas, atender la web y escribir en el blog y a la cama, que mañana se presenta largo.

¡Hasta mañana!



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días maestro,

¡Qué envidia!. No se si voy a poder soportar una crónica diaria sin convertirme en un ser de color verde y con el corazón carcomido por la envidia. ¡Qué suerte poder entrenar a ese nivel!. Aunque si te digo la verdad, no creo que yo pudiera asimilar tanta información ¡Cuatro horas para el movimiento de apertura!. ¿y qué hicimos nosotros el pasado sábado dedicándole solo 20 minutos?. Qué se preparen mis queridos hermanitos porque no nos podemos quedar tan atrás.

Disfruta y aprende mucho que aquí te estamos esperando.

Santiajo dijo...

Una genialidad de escrito, di que si.

Parece intenso y pero eso de que te puedas jartar de los taichises... ¡¡NO NOS LO CREEMOS!!

Voy a buscar chollovuelos a Mejico con Ryanair y demás low-cost... a ver si existen :-D

Anónimo dijo...

Uf! qué desmoralizante! no creo que pueda aprender nunca algo aceptable, porque los conociemientos y los secretos escondidos no aprecen tener fin! menos mal que luego compartís con los demás para que no nos quedemos tan atrás.

Paloma

Anónimo dijo...

Que envidia !!! Estoy curioso que nos cuentas más !

un abrazo,

Stephan